Por Pinocha Gepetto
Historiadora
Amapola Pinocha Del Valle se mostró muy tímida cuando la visité, a pesar de que yo había hablado en varias ocasiones con ella cuando trabajamos en la misma Institución. Ella me mandó a buscar para ayudarla con un proyecto que desea desarrollar en esta etapa de su retiro. Como conocía algo de su proyecto literario le solicité que me permitiera ver las páginas de su Diario. Su bello color madera inmediatamente cambió. Se puso rosada, rosada, rosada, como la niña del poema La Rosa Niña. ¿Qué te pasa, Pinocha? – le pregunté. “Muchos comejenes entraron a mi alacena y también algunas polillas y mi diario se rompió y las páginas están perforadas, regadas y borrosas. Por suerte yo soy…. era… soy…era…yo soy-era de madera sólida de guayacán y a mi no me atacaron” tímida y temblorosa me contestó. Me dí cuenta que ese día Pinocha estaba muy deprimida y como era cercano al Día de Acción de Gracias, estaría pasando por un “holiday blues”…… Después de identificarme como la historiadora que ella mandó a buscar se tranquilizó un poco y pude hacerle una corta entrevista. Me permitió entrar a su “oficina” cuando le prometí ayudarla a restaurar algunas de las páginas de su amado Diario y a escribir la Historia de su Familia. Me llevé a mi casa una caja grande con libretas, libros, retratos, tarjetas, hojas sueltas, algunos objetos, etc. pertenecientes a Pinocha y su familia quienes nacieron el siglo pasado en la Isla del Coquí.
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